martes, 16 de marzo de 2010

Pasamos por todo para seguir estirando el recuerdo

Mi cara era un cuadro de Munch gritando y pidiendo auxilio al lado de un muelle.
Su mochi en mi casa con los libros usados y la botella del líquido para lentes cerrada.

“El infierno son los otros” pensé yo ni bien empezamos a buscarnos y vernos regularmente.
En el momento más duro le escribí el Poemita, que tuvo de epígrafe la frase más linda de Arturo
“Pero lo aceptaba como a un arte paupérrimo,
y en él la poesía me parecía mentira”.

Yo acepté ese cafecito más que nada por la lluvia
y para reponer mis fuerzas en la misión de elegir

me detuve en mirarle la piel y sus gestos
recordé hasta dónde podía cuidarlo
y como aceptaba esas reglas

mi rol en el juego,
me produjo cierta alegría
cierto relato de serle infiel
sin la menor dosis de culpa
con el mayor de los respetos.

Pedí mi cortado liviano y él
se pidió una bebida importada

nos quedamos en silencio.

Me desperté de esa risa
a los días de haberlo encontrado
y con el cuerpo más firme y delgado.

No hay comentarios: