lunes, 2 de agosto de 2010

Un recorte breve de Segunda ensoñación

Mi casa de la laguna tenía dos cuartos, un hogar a leñas tremendo, dos banquinas mirando al hogar encendido con unas mantas rojas tejidas, las camas de pino pintadas, una galería soleada, un garaje para el citrôen visa azul de mi viejo, los dos canteros con pasto sin pinches, un cuadrado de jardín adelante y la terracita con barandas bajas y que miraban al atardecer en la laguna.

Lo único que hubiese cambiado de la felicidad de esa casa, eran las barandas bajas, muy oxidadas y que daban vértigo por la altura que la propia terraza tenía.

La reforma de esa casa fue para mí lo más cercano a lo íntimo o familiar que haya visto, durante todos esos años de viajar y creer en los cuentos del Chiribitil.

VC

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